Permitir una injusticia es abrirle el camino a todas

Juan Gonzalo Ospina

Juan Gonzalo Ospina – Presidente de JAM

Cuando el poder controla al derecho y no el derecho al poder no es democracia lo que tienen los ciudadanos sino una tiranía que se escuda en una falacia formal cuando materialmente deciden unos pocos, gobiernan unos pocos, y controlan a la mayoría. Esta es la triste pero cierta realidad de nuestra débil democracia.

Leo con descaro algunos blogs jurídicos como el de la expresidenta de la comunidad de Madrid doña Esperanza Aguirre, que critica a la OSDE por enviar observadores a Madrid el día 22 de marzo con el fin de vigilar a los cuerpos de seguridad del estado de nuestro país. La crítica de la expresidenta era, y copio al literal, «acaso se creen que es España es un país bananero», y por desgracia ¿acaso no? Nos gobierna a los madrileños una alcaldesa que nadie votó para que fuera alcaldesa, nos gobierna un presidente en la comunidad autónoma que nadie votó para ser presidente. Tenemos un partido político que intoxica todas nuestras instituciones, y el cual escoge a dedo a la cabeza de nuestro Poder Judicial a sus magistrados desde la LOPJ, tenemos un Fiscal General de Estado garante de la legalidad en España que es elegido por el propio gobierno, ¿acaso va a investigar aquel a quien le debe su propio puesto? Un país en donde no existe división de poderes, en donde el partido político controla todas las instituciones, en donde el legislativo no delibera, no debate y no construye leyes por interés general, sino personal y réditos políticos. ¿Esto no es más propio de un país bananero?

Nos gusta criticar a Rusia por la invasión a Crimea, ¿pero y la invasión a nuestros derechos? Vivimos en una laguna legal que desvirtúa los principios de nuestros derechos fundamentales para caer en normas positivistas cambiables según el interés y el color del partido ganador. Un día a los españoles nos protegen nuestros tribunales si somos víctimas de un delito fuera de España y otro día no. La fundamentación de este cambio, la simple voluntad de un gobierno. Pero la situación actual no hace más que oscurecerse, con unas leyes cada vez más controladores e invasoras de nuestra libertad que con la falsa creencia de limitar el libertinaje lo único que busca es hacer súbditos a quienes ya mantenemos este sistema, los ciudadanos.

El Gobierno quiere aprobar una Ley de Seguridad Ciudadana, que podría multarnos con hasta 30.000 euros por no identificarnos ante un agente de Policía, y ello sin que existan requisitos como los actuales para tal identificación, existencia de indicios de criminalidad, sospechas racionales de comisión de un delito, eso ya no bastará. Estaremos sumidos a la mera arbitrariedad del agente que ante su mera voluntad decidirá si limita nuestra libertad, nos obliga a perder nuestro tiempo, obligándonos a identificarnos porque él lo considera, ¿pero dónde queda nuestra libertad?, pero aún, qué ocurrirá cuando esa sanción no sea cierta. Cuando el agente que nos sanciona es aquel con quien tenemos una enemistad manifiesta, ¿podremos ir a un juez a que corrija esta injusticia?, la respuesta es NO. La Ley Administrativa protege tanto a la propia administración que hace que los ciudadanos estemos vendidos ante su arbitrariedad. Con que el agente simplemente se ratifique en su denuncia, el ciudadano estará obligado a abonar sus 30.000 euros de sanción. Al igual que ya ocurre con algunas sanciones de tráfico, donde nuestra indefensión a recurrirlas es manifiesta, y nos hemos resignado a admitirlas por la cuantía de las sanciones, ¿qué ocurrirá cuando las nuevas sanciones arruinen a una familia? Acaso el poder político no recuerda que los soberanos de este sistema, quienes lo sufragamos, pagamos y toleramos somos los ciudadanos. ¿Dónde queda la soberanía popular en la decisión de las leyes si estas leyes se eligen con la pasividad y libertad impunemente de un legislativo que según su corriente ideológica decide cambiar?

Más resignación cuando nos ofrecen que desde la política cambiemos el poder, ¿cómo se puede cambiar un sistema tan blindado por el propio establisment que los ciudadanos nos vemos indefensos?, una Ley Electoral que no refleja la voluntad de sus ciudadanos. Un Congreso de Diputados a nivel nacional sin representación nacional, un Senado cuyo supuesto fin es la representación territorial, sin ejercer como representación territorial, un legislativo que no debate y un ejecutivo que es controlado por el partido. Unas leyes que no representan la realidad social y que abusan del ciudadano.

La politización de la Justicia teñida de tintes políticos desde la LOPJ, hace que nuestros tribunales no puedan ejercer con su libertad su trabajo, administrar Justicia. Una LOPJ que controla las cúpulas jurisdiccionales de España hace que nosotros los ciudadanos estemos sumidos en una indefensión, y crean en aquellos profesionales, moralmente libres que ejercen con pasión su profesión, la desmotivación de verse obligados a politizarse si desean crecer dentro de su carrera profesional.

Los ciudadanos, debemos alimentar este aire de innovación y cambio porque ya está bien que tantas injusticias existan en España ante la mirada abstracta y pasiva de sus ciudadanos. Decía Edmund Burke, «para que triunfe el mal solo hace falta que los buenos no hagan nada». Vienen tiempos complicados: el poder controla el derecho, sometiéndolo al propio poder. Las tiranías no llegaron de un día a otro. Hitler, Chávez, o Mussolini no llegaron al poder por golpe de mazo sino por ir reduciendo la democracia y los derechos de sus pueblos a quienes desde el sistema mermaban sus capacidades de decidir. Es muy peligroso que la Ley Orgánica del Poder Judicial continúe su reforma para acabar con la Justicia, es muy preocupante la Ley de Seguridad Ciudadana, que permite a la Administración actuar libremente sobre nosotros, y la reforma de la Ley de Investigación Penal nos sumirá, a aquellos contrarios al gobierno, a vivir con temor la amenaza de una investigación política.

Es necesario que nos concienciemos del cambio, que apostemos por aquellos que ofrecen aire fresco y que no nos sumamos ante la indiferencia de nuestra situación, porque viene, lo que vamos a sufrir determinará y condicionará nuestro futuro, y nuestros derechos, en concreto aquello que demuestra la posibilidad de ser un ser humano, nuestra libertad.

Treinta años de democracia y bienestar, una cultura de respeto y seguridad que vivimos en nuestra querida España que unos están rompiendo en beneficio propio. Pidamos responsabilidad y madurez política para afrontar los retos del futuro, porque España, nuestra España, solo hay una, y si no volveremos a incurrir en graves errores del pasado, donde la falta de conciencia de una clase política nos llevará a los ciudadanos, soberanos de este sistema, a padecer su insolidaridad.

Exijamos la verdad de las cosas, informemos y no permitamos desde el equilibrio y la virtud los cambios que sufriremos como sociedad, porque nos convertiríamos en cómplices de estas injusticias, que existen hoy, y se acentuarán mañana. Dijo Willy Brandt, «permitir una injusticia es abrirle el camino a todas».

Juan Gonzalo Ospina
Presidente de JAM